El triunfo del candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa, en las elecciones generales mostraron un impresionante crecimiento de su caudal de votos respecto de las PASO y, de acuerdo a los datos, queda claro que logró atraer a gran parte del «voto huérfano», así como también de los votos en blanco y de aquellos que no habían sufragado en las primarias.
Como suele ocurrir desde que debutaron las PASO, en 2011, la cantidad de votantes creció de agosto a octubre: en las internas se habían acercado a las urnas 24.935.581 y el pasado domingo esa cifra fue de 27.100.675, es decir que aumentó en 2.165.094 (de acuerdo a los datos del escrutinio provisorio, por lo que una vez que la Justicia Electoral difunda el definitivos esos números verán un incremento).
Además, la cantidad de votos en blanco tuvo una abrupta caída (pasó de 1.356.480 a 554.161) y en los nulos también se registró un descenso (309.807 en las PASO y 224.864 en las generales).
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En total, fueron 744.482 votantes los que pusieron en el sobre en agosto la boleta de alguno de los diez espacios que quedaron fuera de competencia, que iban desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha: Principios y Valores; Libres del Sur; MAS; Movimiento Izquierda, Juventud y Dignidad (MIJD); Política Obrera; Frente Patriota Federal; Movimiento de Acción Vecinal; Frente Liber.Ar; Proyecto Joven; y Unión del Centro Democrático (Ucedé).
Otro de los aspectos que aportó a su descomunal despegue fue el hecho de que entre los intendentes peronista del Conurbano bonaerense se acordó militar la boleta completa, ya que algunos habían motorizado el corte de boleta para salvar su propio pellejo sin importar la suerte del oficialismo a nivel nacional o provincial.