La prueba de rodizonato de sodio arrojó resultado positivo en las manos de Walter Kring, quien murió de un disparo en la cabeza, pero también en su pareja, María Inés Castro. El resultado arroja un indicio sobre el hecho que todavía resulta enigmático. La fiscalía considera que esa prueba indiciaria no descarta la principal hipótesis de un homicidio, por el cual se encuentran detenidos la pareja de Kring y su hijo mayor.
La defensa de la mujer ya había anticipado que se Kring se habría supuestamente suicidado con su pistola, después de una ruptura de la pareja. Y con esta pericia sostendría que hubo un forcejeo en el que la sospechosa supuestamente intentó evitar que se disparara. Con este resultado, la defensa ya anticipó que la imputada se encuentra en condiciones de dar su versión, después de haberse mantenido en silencio en la primera indagatoria.
La noche del 30 de junio Kring fue hallado con un disparo en la cabeza, frente a su casa de la manzana 29, lote 6, en el barrio Siglo XXI. El fiscal Martín Silva comenzó a investigar lo que parecía un suicidio, sin embargo rápidamente estableció incongruencias en su pareja, cuando la policía la interrogó en su casa.
Las pesquisas condujeron hacia la casa de la abuela de sus hijos, de 24 y 17 años, en el barrio El Vinalar, donde se encontró el automóvil Renault de Castro, donde se encontraron manchas de sangre y también el casquillo de la pistola que mató a Kring. Además, el celular de la víctima. Por otra parte, habría testimonios que ubicarían a la mujer –y supuestamente a sus hijos- en una discusión cuando fueron a retirar sus pertenencias, luego de la ruptura de la pareja. Por eso dispuso la detención de los tres, aunque posteriormente fue excarcelado el menor, que quedó al cuidado de su abuela.