María Inés Castro buscaría desvincular a sus hijos de 24 y 17 años de la imputación por la muerte de Walter Kring, ocurrida hace una semana en el barrio Siglo XXI. Y sostendrá la versión de un suicidio, contraria a la de homicidio que sostiene el fiscal Martín Silva. La mujer aceptaría declarar la semana próxima, después de haberse abstenido hace pocos días, para permitir acceder a la defensa al expediente.

Castro admitiría que la noche del 30 de junio estuvo con Kring dentro del automóvil de la víctima, un Volkswagen Gol, y allí la amenazó con quitarse la vida si lo abandonaba, cosa que finalmente habría hecho, según esta versión. Ese día la pareja discutió durante la mañana cuando Castro descubrió algunos mensajes comprometedores en el celular de Kring, por lo que abandonó la casa de la manzana 29 del barrio Siglo XXI. Horas más tarde volvió a retirar sus pertenencias, sola, según dejó trascender su entorno, aunque el fiscal cree que estuvieron sus hijos.

La mujer sostendría que mantuvieron una discusión en su auto Renault Logan y allí Kring se descerrajó un balazo en la cabeza. Aparentemente hubo testigos del hecho, pero no está claro si ubican a la mujer sola o acompañada por sus hijos.

El cuerpo de Kring quedó en la calle, frente a su casa, y habrá que esperar la declaración de Castro para saber con precisión si ella lo sacó del coche –lo que es probable según esta versión- y se marchó raudamente. El cuerpo de Kring quedó tendido junto a su automóvil Volkswagen y con su pistola Bersa Thunder, calibre 22, debajo de su brazo. Los vecinos llamaron a la policía y comenzó la investigación, cerca de las 23.00 del miércoles pasado.

El fiscal Silva ordenó la detención de la pareja de Kring y sus hijos al encontrar el Logan en la casa de la abuela de los jóvenes, en el barrio El Vinalar. En su interior encontraron manchas de sangre y también la vaina servida calibre 22, presuntamente del arma que le causó la muerte. Otro detalle que tomó en cuenta el fiscal es que el auto había sido lavado, pero aun así no se pudieron disimular las manchas de sangre. Además, el celular de la víctima estaba en esa propiedad, en poder de los hijos de Castro.

Con esa coartada Castro reconocería haber estado con Kring dentro del vehículo, para asegurar que se suicidó, pero intentaría sacar de escena a sus hijos. Y sostendría que se deshizo de las ropas manchadas de sangre que la policía encontró en una bolsa en el canal San Martín. Argumentaría que actuó ante la desesperación de verse implicada en la muerte y que, a lo sumo, sus hijos la ayudaron a ocultar evidencia, pero no participaron de ningún homicidio. Esto apuntaría a que esa mínima implicancia fuese neutralizada por la exculpación del encubrimiento por el vínculo madre-hijos, excepción contemplada para la exención de responsabilidad entre parientes ascendientes o descendientes por el Código Penal (artículo 454), salvo cuando el encubridor se beneficie con su accionar (451).

En grandes líneas, estos serían los argumentos que darían los tres detenidos en los próximos días, cuando su defensa solicite una ampliación de indagatoria para, finalmente, dar su versión del hecho.

Por otro lado, el fiscal Silva recibió informes socio-ambientales de la policía, con testimonios de vecinos, que corroboraron que Kring vino de Tucumán hace unos 10 años y se radicó en el barrio Siglo XXI, y entre diversas actividades se habría convertido en prestamista. También atestiguaron que mantenía una relación conflictiva con Castro.